Ilustración de https://gencraft.com
Reseña extractada del artículo “Happy 20th anniversary, Gmail. I’m sorry I’m leaving you”, publicado en The New York Times:
https://www.nytimes.com/2024/04/07/opinion/gmail-email-digital-shame.html
Ezra Klein (1984-), periodista, analista y columnista, se arrepiente de su pasividad a lo largo de los años por no seleccionar las cosas que valía la pena guardar y no borrar las que no parecían interesantes. Ahora se da cuenta de que tiene un caos de archivos, y quiere empezar una “nueva vida digital” más ordenada. Para empezar ha eliminado su cuenta de Gmail y se ha suscrito a un servicio de correo electrónico de pago llamado Hey (https://www.hey.com) donde dice que puede seleccionar quién le envía mails. Esta decisión a nosotros no nos convence mucho, la verdad, pero en este artículo cuenta sus razones.
Klein escribe:
Hay varias opiniones sobre por qué Internet nos gusta menos hoy en día. The New Yorker culpó a los algoritmos (“Por qué Internet ya no es divertida”, 09/10/2023)
https://www.newyorker.com/culture/infinite-scroll/why-the-internet-isnt-fun-anymore
Wired culpó al hecho de que las empresas dejen de prestar servicios a sus usuarios y quieran a monetizarlos (“La mierdificación de TikTok”, 23/01/2023)
https://www.wired.com/story/tiktok-platforms-cory-doctorow
MIT Technology Review culpó a los modelos de negocio basados en publicidad (“Cómo arreglar Internet”, 17/10/2023)
https://www.technologyreview.com/2023/10/17/1081194/how-to-fix-the-internet-online-discourse
The Verge culpó a los buscadores (“La gente que estropeó Internet, 23/11/2023):
https://www.theverge.com/features/23931789/seo-search-engine-optimization-experts-google-results
Estoy de acuerdo con todos ellos, dice Klein. Pero para mí hay una razón más: nuestras vidas digitales se han convertido en un cuarto trastero, un lugar con cosas ni-se-sabe. Hay algunos objetos que quizá necesites y otros muchos que nunca necesitarás. Pero a medida que crece el almacén, la tarea de excavación u organización se vuelve demasiado abrumadora como para emprenderla…
La era del cuarto trastero de Internet tuvo un comienzo. Hace 20 años que Google presentó Gmail. Los internautas recibieron el nuevo servicio con asombro: Google ofrecía un gigabyte gratis, decenas de veces más espacio de lo que disponía cualquier usuario de otros servicios de correo-e. Todos querían usarlo, pero tenías que ser invitado. Recuerdo haber competido por una de esas primeras invitaciones y la emoción de por fin recibir una. Me sentí afortunado. Me sentí elegido –continúa Klein.
Hace unos meses sacrifiqué esa cuenta de Gmail. Tenía más de un millón de mensajes sin leer en mi bandeja de entrada, la mayor parte basura. Pero no todo. Me faltaba demasiado tiempo para comprobarlo. La búsqueda dentro de Gmail no pudo salvarme. No sabía lo que estaba buscando. Los algoritmos de Google habían empezado a fallarme. Lo que ellos pensaban que era una prioridad y lo que yo pensaba que era una prioridad divergían. Configuré una respuesta automática para decirle a todos los que me enviaron un correo electrónico que la dirección estaba muerta.
Hace 20 años
Detrás de Gmail hubo un triunfo tecnológico asombroso: el coste del almacenamiento se desplomó drásticamente. En 1985, un gigabyte de memoria de disco duro costaba alrededor de 75.000 dólares. Diez años más tarde, en 1995, rondaba los 750 dólares, cien veces menos. Nueve años después, en 2004, el año en que comenzó Gmail, eran unos pocos dólares. Hoy, cuesta menos de un centavo. Ahora Gmail ofrece 15 gigas gratis. ¡Qué maravilla pero al mismo tiempo qué desastre!
Los gigas han crecido, los costes han bajado, pero el tiempo para gestionar los materiales que tengo archivados no ha decrecido ni en coste ni en cantidad
Me agobia pensar en mi cuarto trastero digital
Klein continúa escribiendo: He acumulado miles de fotos, videos, artículos, canciones… y miles de mensajes. Tengo una vaga idea de cosas que me gustaron y están en esos archivos, cosas que me encantaría redescubrir pero no sé ya cómo buscarlas.
Y lo que comenzó con nuestros archivos pronto sucedió para nuestros amigos y familiares. Las redes sociales hicieron que fuera fácil para cualquiera que hayamos conocido, y para muchas personas que nunca conocimos, hacerse amigos y seguirnos. Podríamos comunicarnos con todos ellos a la vez sin tener que comunicarnos individualmente. La idea de que pudiéramos tener tanta comunidad con tan poco esfuerzo era una ilusión. Ahora estamos conectados digitalmente con más personas que nunca pero a veces poco con los familiares y amigos en la vida real.
Los gigantes digitales se benefician de mi pasividad. Ahora pago a Apple y Google una tarifa mensual por más almacenamiento, para no molestarme en triar. Se necesitaría demasiado tiempo para eliminar todo lo necesario para permanecer por debajo de sus límites. Varios algoritmos intentan hacer por mí lo que yo ya no hago por mí mismo.
Estoy realmente agradecido por lo que Google, Apple y otros hicieron para facilitar la vida digital durante las últimas dos décadas, pero demasiada facilidad conlleva un costo. Me adormecí con la creencia de que no tenía que tomar decisiones. Ahora mi vida digital es un montón de objetos acumulados combinando el máximo almacenamiento con la mínima decisión o voluntad por mi parte. La acumulación es demasiado fácil y barata.
No culpo a nadie más que a mí mismo por esto. No culpo a las tecnológicas. Esto es algo que me hice a mí mismo. Pero ahora estoy intentando evitar que mi vida digital sea un cuarto trastero. Una nueva metáfora se ha apoderado de mí: quiero que sea un jardín que cuido, cortando las malas hierbas y nutriendo las plantas –termina diciendo Klein.
Resumen libre del artículo original realizado por Nicoleta-Roxana Dinu
https://www.directorioexit.info/ficha3548